LA ÚLTIMA MISIÓN DE ELIAS
Después de la muerte de Acab los juicios de Dios comenzaron a caer sobre su familia. Se nos dice acerca de su inmediato sucesor: "Y Ocozías hijo de Acab comenzó a reinar sobre Israel en Samaria, el año diecisiete de Josafat rey de Judá; y reinó dos años sobre Israel. E hizo lo malo en los ojos de Jehová, y anduvo en el camino de su padre, y en el camino de su madre, y en el camino de Jeroboam hijo de Nabat, que hizo pecar a Israel:-porque sirvió a Baal, y lo adoró, y provocó a ira a Jehová Dios de Israel, conforme a todas las cosas que su padre había hecho" (I Reyes 22:52-54). Qué grave y solemne es esto. Ocozías sabia muy bien de los tres años y medio de hambre que el pueblo había sufrido, de la puesta en evidencia de la impotencia de Baal, del modo en que fueron muertos a cuchillo los profetas en el Carmelo y del proceder terrible de Dios para con su padre; pero estos hechos no produjeron en él ningún efecto saludable por cuanto se negó a tomarlos en consideración. Haciendo caso omiso de esas amonestaciones espantosas, siguió con indiferencia en el pecado, y "sirvió a Baal, y lo adoró". Había determinado en su corazón hacer lo malo, y por consiguiente fue cortado en su juventud; no obstante, aun en su caso, la justicia estaba mezclada con la misericordia, ya que antes de ser quitado de este mundo le fue dada oportunidad para arrepentirse.
"Después de la muerte de Acab rebelóse Moab contra Israel” (11 Reyes 1:1). Como cumplimiento a la profecía de Balaam (Números 24.17), David había conquistado a los moabitas que vinieron a ser sus “síervos” (II Samuel 8:2), permaneciendo en sujeción al reino de Israel hasta que éste fue dividido, y entonces su vasallaje y tributos fueron transferidos a los reyes de Israel, del mismo modo que los de Edom continuaron con los reyes de Judá. Este tributo consistía en que los moabitas pagaban al rey de Israel “cien mil corderos y cien mil carneros con sus vellones” (II Reyes 3:4). Pero después de la muerte de Acab se rebelaron. En ello vemos la providencia de Dios desbaratando los asuntos de Ocozías. Esta rebelión de Moab debe ser considerada a la luz de las palabras: “Cuando los caminos del hombre son agradables a Jehová, aun a sus enemigos pacificará con él" (Proverbios 16:7); mas cuando nuestros caminos le desagradan, nos acechan peligros por doquier. Tanto la prosperidad espiritual como temporal dependen por entero de la bendición de Dios. Cuando alguien se porta mal con nosotros, ello debería llevarnos a examinar nuestra conducta hacia Dios. Él, a menudo, castiga al impío en conformidad a su propio pecado a fin de hacer más evidente su mano. Así lo hizo con el hijo de Acab. Al apartarse éste del Señor, Moab fue llevado a rebelarse contra él.
Esto que acabamos de señalar se refiere al proceder de Dios como gobernador, e Ilustra un principio importante que rige sus caminos” para con una nación -nos referimos a lo que tiene que ver con el tiempo, no con la eternidad; a la obra de la providencia divina, no a la esfera de la salvación-. Las naciones, como tales, tienen sólo una existencia temporal, aunque los individuos que las componen tienen un destino eterno. La prosperidad y la adversidad de una nación las determina su actitud y conducta hacia Dios; de modo directo en aquellas que tienen los Oráculos vivos en sus manos de modo indirecto en las paganas, en cuyo caso se determina por su conducta hacía Su pueblo. El Antiguo Testamento nos ofrece muchos ejemplos de ello. La actitud de una nación hacia Dios ha de medirse, no tanto por el proceder del pueblo como por el carácter de sus gobernantes y de su gobierno. Estas dos cosas van unidas de modo intimo, desde luego, por cuanto una mayoría de súbditos píos tolerarán la impiedad en los que ocupan los lugares de preeminencia; y por otro lado, cuando los que dirigen y gobiernan dan un ejemplo malo, no puede esperarse que los que son gobernados destaquen por su justicia. Cualquiera que sea la forma de gobierno de un país, o el partido político que ocupe el poder, lo que constituye el factor decisivo es el carácter y las leyes de los que las dictan, por cuanto son ellos los que ocupan las posiciones de mayor responsabilidad ante Dios.
En países llamados "cristianos”, como la Gran Bretaña, los Estados Unidos de América y otros, son las iglesias las que regulan el pulso de la nación. Actúan como la "sal” en el organismo corporativo, de modo que, cuando sus caminos agradan al Señor, él les da favor a los ojos de los que les rodean. Cuando el Espíritu Santo puede obrar sin impedimentos, se manifiesta su poder, no sólo en el llamar a los elegidos, sino también en el subyugar el pecado de los no elegidos y en el hacer que la maquinaria del estado apoye la piedad, como fue más o menos notorio durante el pasado siglo. Pero, cuando el error se introduce en las iglesias y hay una relajación de la disciplina, el Espíritu es contristado y quitado su poder, y entonces los .efectos perniciosos de ello se hacen más y más aparentes en el país en el aumento del desorden y la ilegalidad. Si las iglesias persisten en su rumbo decadente, el Espíritu es apagado y sobre Elías se escribe "Icabod”, como sucede en nuestros días. Es entonces cuando la mano moderadora de Dios se retira y llegan la orgía y el libertinaje. Entonces es cuando el gobierno se convierte en un titulo hueco, ya que los que están en autoridad no tienen sino la que el pueblo ha puesto en sus manos, y por consiguiente, actúan de acuerdo con los deseos depravados de las masas. Así pues, éste es siempre el orden de las cosas: apartarse del Dios verdadero, volverse a los dioses falsos, y, como consecuencia, la alteración del orden, tanto en la forma de revolución social como de guerra internacional.
Ocozías "sirvió a Baal, y lo adoró, y provocó a ira a Jehová Dios de Israel”. El Señor es un Dios celoso; celoso de su verdad, de su honra; y cuando aquellos que se llaman a si mismos Su pueblo se vuelven a otros dioses, Su ira se enciende contra ellos. Cuántos dioses falsos, han sido adorados en la cristiandad en los últimos decenios; qué caricatura del carácter divino ha presentado la mayor parte del protestantismo -un “dios” a quien nadie teme-; qué mutilación del Evangelio ha habido en las secciones "ortodoxas” de la cristiandad, hasta tal punto que é1 otro” Jesús (II Corintios 114) ha desplazado al Cristo de la Palabra de Dios. No debe sorprendernos, pues, que la reacción inevitable de las multitudes haya sido hacer dioses de Mammón y del placer, y que la nación ponga su confianza en el ejército armado y no en el brazo del Señor. Hubo algunos Elías que levantaron sus voces de testimonio del Dios vivo y de denuncia de las formas modernas de culto a Baal, pero ¿quién les prestó atención? No las iglesias, por cierto, ya que les cerraron el camino de sus púlpitos y, como el tisbita antaño, se vieron reducidos al aislamiento y a virtual destierro; y ahora parece que su última misión antes que Dios les llame a su presencia sea la de pronunciar sentencia de muerte contra todo el sistema apóstata.
“Y provocó a ira a Jehová Dios de Israel... después... rebelóse Moab contra Israel.” Aunque estas dos afirmaciones estén separadas por el fin del primer libro de Reyes y el principio del segundo, su relación entre si es demasiado obvia para que sea pasada por alto. Es como la relación entre la causa y el efecto, poniendo ésta de manifiesto a aquélla. Moab habla estado pagando tributo a Israel, pero ahora se quitaba de encima el yugo. ¿No hemos visto acontecer algo parecido al imperio británico? Un país tras otro ha ido cortando sus lazos con la Gran Bretaña y alcanzando la independencia. La Biblia no es un libro muerto que relata hechos históricos acaecidos en un pasado remoto, sino un libro vivo que anuncia principios vitales aplicables a cada época, y que describe las cosas tal como son en el día de hoy. La historia se repite, no sólo porque la naturaleza humana es fundamentalmente la misma en todos los tiempos, sino también porque los caminos de Dios y los principios por los que gobierna permanecen inalterables. Lo mismo que Ocozías provocó al Señor Dios, le han provocado las iglesias, los políticos y el pueblo de esta nación; y de la misma manera que su ira se puso de manifiesto haciendo que Moab buscara su independencia, así también podemos verla en el hacer que una colonia tras otra rompa sus lazos con la "madre patria”.
"Y Ocozías cayó por las celosías de una sala de la casa que tenía en Samaria” (v. 2). En primer lugar, queremos hacer notar que este versículo comienza con la partícula "y”, lo cual parece indicar la reacción del rey, o mejor dicho, la falta de ella, a lo que registra el versículo anterior. Lo que no dice el versículo es revelador del carácter de Oíoslas. No se volvió al Señor en busca de guía y ayuda. No se humilló ante Dios ni inquirió la causa por la cual se habla introducido en su reino semejante disturbio. No hay nada que suceda por casualidad, ni maldición que llegue sin causa (Proverbios 26:2); por consiguiente, el deber del rey era ayunar y orar, y averiguar qué era lo que habla disgustado al Señor. No; retiramos lo dicho: hubiera sido una burla extrema el que lo hubiera hecho así. No tenla ninguna necesidad de indagar: el rey sabía perfectamente bien qué era lo que estaba mal; estaba sirviendo y adorando a Baal, y hasta que los ídolos fueran abolidos, el que clamara al Señor no hubiera sido más que una comedia y una farsa piadosa. ¿Estás de acuerdo, lector? Si no es as¡, lee con cuidado este párrafo de nuevo. Si estás de acuerdo, ¿no puedes aplicarlo a la situación de tu propio país? Qué serio y solemne es esto -sí, es terrible. Pero si nos atenemos a los hechos tal como son en realidad, la conclusión es inevitable.
Prestemos atención a otro factor que está ausente del versículo 2. Ocozías fracasó, no sólo en el aspecto espiritual, sino también en el material. ¿Cuál debía haber sido su reacción ante la revuelta de Moab? Sencillamente, haber obrado con mano firme matándola en germen. Esta era claramente su obligación como rey. En vez de hacerlo así, siguió la política de no ofrecer resistencia, y se dio a una vida de placer. En vez de ocupar su puesto al frente de su ejército y sofocar la rebelión por la fuerza, parece que se dio a la lujuria en su palacio. En tales circunstancia3, ¿cabe dudar que Dios le hubiera entregado a un espíritu de locura? Evitó cobardemente los peligros del campo de batalla, dejó que Moab hiciese lo que bien le pareciese, sin intentar subyugarlo de nuevo,- y se entregó a una vida regalada. Quizá recordó la suerte que habla corrido su padre poco antes en el campo de batalla, y decidió que lo mejor del valor es la prudencia. Pero no hay modo de escapar de la mano de Dios cuando rl ha decidido herir: estamos tan expuestos a sufrir un “accidente” en' el refugio de nuestro hogar como lo estaríamos si nos viésemos expuestos a la acción de las armas más mortíferas en el campo de batalla.
“Ocozías cayó por las celosías de una sala de la casa que tenía en Samaria.” Aquí es donde la misericordia se mezcla con la justicia; aquí es donde se le concedió al rey idólatra lugar para el arrepentimiento. ¡Qué paciente es Dios! La caída de Ocozías no fue fatal de modo inmediato, sino que hizo que tuviera que guardar cama, dándole oportunidad de meditar en sus caminos. Cuán a menudo obra el Señor de este modo tanto en su trato con las naciones como con los individuos. El emperio romano no fue construido en un día, pero tampoco fue destruido en un día. Muchos que se rebelaron contra el cielo fueron frenados en su carrera de pecado de modo repentino. Quizá les sobrevino un “accidente” que, aunque les privó de alguno de sus miembros, no les quitó la vida. Quizá ésta es la experiencia de alguno de los que leen estas páginas. Si es así, quisiéramos decir al tal con toda solemnidad: Redime el poco tiempo que te queda. A estas horas podías haber estado en el infierno, pero Dios te ha dado un poco más de tiempo para pensar acerca de la eternidad y para prepararte para ella. Ojalá su bondad te lleve a arrepentimiento. Si oyes hoy su voz, no endurezcas tu corazón. Rinde las armas de tu milicia y reconcíliate con £1, porque, ¿cómo escaparás del fuego eterno si tienes en poco una salvación tan grande?
"Y estando enfermo envió mensajeros, y díjoles: Id, y consultad a Baal-zebub dios de Ecrón, si tengo de sanar de esta mi enfermedad" (v. 2). En primer lugar, Dios habla desbaratado sus planes, y luego hirió su cuerpo. Hemos mencionado lo que este rey malo no hizo; ahora vamos a considerar lo que hizo. Ninguno de los juicios que presenció logró ablandarle, y después de haber vivido sin Dios en la prosperidad, al llegar la adversidad despreció la mano que le castigaba. Saúl, al hallarse en la necesidad más extrema, consultó una pitonisa que le hizo saber su inminente ruina. Ocozías, asimismo, recurrió a los dioses diabólicos de los paganos. Estaba evidentemente inquieto por su estado de salud, de modo que envió a algunos de sus siervos a inquirir cerca de un oráculo idólatra si iba a reponerse de esa aflicción que sufría o no, lo cual es prueba de que su alma estaba en peor estado que su cuerpo. “Baales era el término comúnmente usado para designar a los dioses falsos, y cada uno de ellos tenía su oficio particular y su distrito, de ahí los títulos distintivos de Baal-zebub, Baalpeor, Baal-zefón y Baal-berit. "Baal-zebub” era el ídolo de Ecrón, ciudad de los filisteos, y tierra notable por sus “agoreros” (Isaías 2:6).
Este “Baal-zebub” significa "Señor de una mosca o de las moscas”, probablemente porque, estando aquella tierra llena de moscas (como los viajeros modernos aún dicen), suponían que les protegería de las enfermedades que esparcían. En Mateo 12:24 encontramos a los fariseos llamando a Beelzebub (la forma de escribirlo de los griegos) “príncipe de los demonios”, lo cual indica que los espíritus malos eran adorados por los paga nos bajo varios nombres e imágenes, como dice claramente 1 Corintios 10:20: “Lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios.” Parece que en tiempos de Ocozías los sacerdotes de Baal, a través de encarnaciones de espíritus malignos, habían adquirido renombre por su conocimiento de los hechos futuros, del mismo modo que el oráculo de Delfos era tenido en gran estima por los griegos unos años después. Oíoslas, creyendo que el ídolo de Ecrón podía prever y predecir el futuro, le tributó homenaje. La pecaminosidad extrema de semejantes prácticas es puesta fuera de toda duda en pasajes tales como Levítico 20:6,27; Deuteronomio 18:10; Crónicas 10:13. De ahí que los que consultan a los adivinos, astrólogos y "espiritistas” sean culpables de un pecado terrible y se expongan a las potestades del mal.
"Cuando un rey de Israel consultaba a un oráculo pagano, proclamaba a los gentiles su falta de confianza en Jehová; era como si la única nación favorecida con el conocimiento del Dios verdadero fuera la única nación en la cual no se conocía Dios alguno. Ello era una gran deshonra y una provocación para Jehová” (Thomas Scott). La acción de Ocozías era, en verdad, un desprecio deliberado y público del Señor, un elegir desafiadoramente aquellos caminos que hablan hecho descender la ira del cielo sobre su padre. Ello no podía pasar inadvertido, y por consiguiente, el que es Rey de reyes, como también Dios de Israel, le llamó a cuentas. Elías fue enviado a encontrar a los mensajeros del rey cuando salían a toda prisa de Samaria, y les anunció la muerte cierta del rey: “Entonces el ángel de Jehová habló a Elías tisbita, diciendo: Levántate, y sube a encontrarte con los mensajeros del rey de Samaria, y les dirás: ¿No hay Dios en Israel, que vosotros vais a consultar a Baal-zebub dios de Ecrón? (v. 3). Nada escapa a Aquel a quien hemos de dar cuentas. Sus ojos están siempre puestos en los caminos de los hombres, sean monarcas o sirvientes: nadie está demasiado encumbrado o es demasiado independiente para escapar a su dominio, ni nadie es demasiado bajo o insignificante para que él le pase por alto. El Señor conoce todo lo que hacemos, decimos y pensamos, y en aquel Día seremos llamados a rendir cuentas de todo ello.
“Entonces el ángel de Jehová habló a Elías tisbita, diciendo: Levántate, y sube a encontrarte con los mensajeros del rey de Samaria, y les dirás: ¿No hay Dios en Israel, que vosotros vais a consultar a Baal-Zebub dios de Ecrón?” (Y. 3). El Dios verdadero y vivo, no sólo se habla dado a conocer a Israel, sino que tenía una relación establecida por un pacto con ellos. Esto es lo que explica el que "el ángel de Jehová” se dirigiera a Elías en esta ocasión, lo que enfatizaba la relación bendita que el rey estaba repudiando; era el ángel del pacto (Éxodo 23:23, etc.). Como tal, Jehová habla dado pruebas suficientes de sí mismo a Ocozías durante su vida.
"Por tanto así ha dicho Jehová: Del lecho en que subiste no descenderás, antes morirás ciertamente" (Y. 4). Después de reprender el terrible pecado de Ocozías, el siervo de Dios pronunció sentencia contra él. Ésta fue, pues, la última y solemne misión de Elías: dictar sentencia sobre el rey apóstata. Para la viuda de Sarepta, Dios le había hecho "olor de vida para vida", mas para Acab y su hijo fue “olor de muerte para muerte”. Las tareas asignadas a los ministros del Evangelio son, en verdad, variadas, según sean llamados a dar consuelo a los hijos de Dios y alimentar a sus ovejas, o a amonestar a los impíos y denunciar a los obradores de maldad. Así fue, también, con el Ejemplo eterno: de sus labios salieron tanto bendiciones como maldiciones; aunque la mayoría de las congregaciones están mucho más acostumbradas a las primeras que a las últimas. Con todo, puede verse que las bienaventuranzas de Mateo 5 están compensadas con igual número de “ayes" en Mateo 23. Debe observarse que estos últimos fueron pronunciados por el Señor Jesús al final de su ministerio público, y aunque el fin del mundo puede que no esté cerca (nadie lo sabe), parece evidente que el fin del presente estado de cosas -la "civilización”- es inminente. Por tanto, los siervos de Cristo tienen una misión ingrata ante ellos en el día de hoy. ¡Ojalá la gracia les preserve "fieles hasta la muerte”!